Brindar en estas fiestas no es
excusa para consumir bebidas alcohólicas hasta el punto de alterar nuestra
salud. Un exceso de alcohol de forma continuada puede pasar factura.
El alcohol forma
parte de nuestra vida cultural y muy presente en estas Fiestas Patronales. Es
momento de reencuentros y celebraciones. Los expertos aconsejan un consumo
moderado que, sobre todo, no merme la capacidad para conducir vehículos y
evitar así accidentes, uno de los mayores riesgos de las fiestas.
“La sensibilidad
al alcohol depende de factores genéticos, del sexo (la mujer lo metaboliza peor), la edad y la
costumbre de beber de cada persona”. Una persona acostumbrada a tomar
regularmente pequeñas cantidades de alcohol de baja graduación (vino, cerveza…)
desarrolla una cierta tolerancia a sus efectos “ya que el organismo aprende a
metabolizarlo y no se produce una sensación etílica”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja no superar al día
las dos copas de vino o cerveza, en el caso de los hombres, y la mitad en
mujeres dentro de lo que se considera un consumo moderado.
Si esa dosis diaria
se incrementa durante un periodo concreto, como son las Fiestas Patronales,
puede llegar a hacer daño, en especial cuando se mezclan diferentes tipos de
bebidas alcohólicos y abusamos de las de mayor graduación (whisky, ginebra,
ron, vodka, café licor…)
“Si una persona tiene tendencia a lahipertrigliceridemia (exceso
de triglicéridos en sangre) el efecto del alcohol se ve en la análitica del día
siguiente, en horas suben los triglicéridos”. Las personas con
hipertrigliceridemia cuando beben a veces tienen unas subidas muy bruscas,
habitualmente sin consecuencias salvo para los que hayan tenido pancreatitis
aguda y se precipite un nuevo episodio. “Pero la subida de triglicéridos en
relación con la ingesta etílica, añade, suele ser algo transitorio y cuando se
deja de beber se controla mucho mejor”.
El exceso puntual del alcohol también puede afectar al estómago provocando gastritis y
reflujo gastroesofágico, además de, en casos continuados de consumo, empeorar
los valores de ácido úrico, cólicos nefríticos y, junto a una alimentación
inadecuada, crisis de gota.
También afecta a nuestro bienestar cuando altera el sueño; “aunque
tenga un efecto sedante en una fase inicial no es un sueño de calidad”.
Si tenemos una
enfermedad crónica
Para las personas con enfermedades crónicas metabólicas, tomar
alcohol en mayor o menor cuantía en estas fechas puede descompensar sus patologías: subir o
bajar la tensión arterial, provocar un brote de pancreatitis, un problema
hepático o un empeoramiento del control de la diabetes, entre otras patologías.
“Son personas
enfermas en las que el alcohol está contraindicado o severamente limitado”.
Además, aquellas personas que padezcan “hígado graso”, asociado
a la obesidad y la diabetes, si consumen alcohol pueden empeorar su
función hepática e incrementar las transaminasas.
Pero también un consumo continuado de alcohol afecta al sobrepeso y
la obesidad. Un gramo de etanol supone 7 kilocalorías, por eso siempre es
más recomendable desde el punto de vista nutricional beber vino tinto (una copa son 65 calorías) o
cerveza (90 calorías), que aportan
nutrientes antioxidandes, mejor que bebidas de alta graduación (un whisky suma
200 calorías) que además de hacernos ganar peso son altamente oxidantes.
Recomendaciones
para beber sin riesgo
Los expertos aconsejan:
§
Beber con moderación
y alternar con bebidas no alcohólicas.
§ Mejor consumir bebidas de baja graduación, como el
vino o la cerveza.
§
No mezclar distintas
bebidas alcohólicas.
§
Evitar beber alcohol
con el estómago vacío. Por eso es mejor tomarlo durante las comidas.
§
El alcohol con
burbujas, como el cava o vinos espumosos, se absorbe mejor por su componente
carbónico.
§
En caso de
intoxicación etílica aguda recurrir a los servicios sanitarios.